Monday, February 28, 2005

Cuarto de Siglo

Como algunos sabran y a otros les valdra madre, el viernes pasado festeje mi cumpleaños en compañia de mis amigos mas cercanos (lectores y escritores de QHH), mi hermosa novia que viajo de Houston solo para felicitarme, y algunos miembros de mi familia, ya que otros por problemas maritales no pudieron asistir. Este festejo se llevo a cabo en la Hacienda don Quintin, entre litros y cervezas todos alegremente coreaban las melodias que un grupo entonaba en el recinto. El alcohol fluyo por la sangre de todos y empezo a hacer efectos entre los asistentes, en algunos mas que en otros. Todo era algarabia, todos danzaban al son de los tambores y las gaitas.



En esta concurrida localidad teniamos un espacio donde reunidos compartimos momentos encantadores. En una mesa colindante y un grupo de asistentes disfrutaba al igual que nosotros de el ambiente del lugar. Bailaban y se divertian, de pronto fue tanto su deseo de manifestar este jubilo que se elevaron en las sillas que rodeaban el sacrosanto aposento de las cervezas. Una asistente con su indumentaria floreada aprovecho para subir al igual que sus compañeros.



En su delirio, esta chiquilla no se percataba que por su diminuto atuendo era el centro de atraccion de los caballeros vecinos. Se acercaban a ella, transitaban a su lado, tiraban monedas y otros artefactos para poderlos recoger y por el angulo y la pocision del objeto tirado admiraban el panorama que esta plebeya brindaba.




Todos pensaban que era algo que recordarian y disfrutarian y algun dia podrian contar a sus amigos y compañeros, pero uno de los asistentes se aventuro y quizo que este momento quedara plasmado para la eternidad. No quiso ser envidioso y quedarse con este momento, quizo compartirlo con el mayor numero de personas posibles. Tomo un riesgo calculado y salio victorioso.




Todos lo aclamaban y se sentian dichosos de hacer presenciado ese acto de gran valor, fue heroe por un dia, las evidencias de sus actos quedaran plazmadas y todos recordaran su hazaña. Gracias Tio por ese momento.

Las evidencias son impresionantes y no tan gratificantes como pensabamos pero igual agradecemos y esto causa que este relato aparte de divertido sea inusual e inolvidable.

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